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Mensaje por Tem-chan Miér Jul 30, 2014 7:31 pm

Celos, enredos y venganza
Edgard era un chico bajito de pelo moreno y ojos verdes, delgadito y bastante lindo. Tenía 13 años y desde hacía dos estaba enamorado de un compañero de prácticas con el que hablaba de vez en cuando. No sé puede decir que fueran mejores amigos pero tampoco eran enemigos ni simples compañeros. Este chico se llamaba David y siempre iba acompañado de un chico mayor que se llamaba Eric. Edgard pensaba que David y Eric tenían algo ya que estaban muy unidos desde que eran pequeños.
David era un chico de estatura media pelo castaño y ojos miel, tenía buenos pectorales, ya que le gustaba mucho el deporte, sobretodo las artes marciales, que se le daban muy bien, al contrario que Edgard. Sentía una profunda admiración por Eric, ya que era quien le había enseñado a luchar des de que era pequeño y también quien lo había cuidado cuando se hacia daño. Le tenía mucho aprecio y le quería como si fuera su hermano mayor pero nada más. Para tener 14 años era bastante inocente en temas de amor, ya que en toda su vida solo se había dedicado a la lucha, por lo que no sabía que era ese sentimiento que tenía por Edgard cada vez que le veía.
Por su parte, Eric era un chico de 20 años, rubio con ojos azules, bastante alto y con un cuerpo de ensueño. La mayoría de las chicas y algunos chicos suspiraban por él. Pero él solo tenía ojos por su pequeño castaño, al que había cuidado des de qué era pequeño. El castaño le había robado el corazón en el mismo momento en el que le pidió que lo entrenara hacía ya 7 años de esto. El empeño y la determinación del pequeño lo habían conmovido hasta el punto de que se fijó en él y poco a poco se fue enamorando sin darse cuenta. Por las miradas que el castaño le daba a ese pequeño moreno se había dado cuenta de que no era correspondido.
Como siempre Eric y David estaban juntos pasando por entre las tiendas para ir al campo de entrenamiento. Edgard iba muchas veces a verles entrenar, no porque le interesara la lucha sino para ver a David, aunque se sentía mal, al verlo tan bien con Eric. Muchas veces había tenido un ataque de celos por culpa de eso, pero se controlaba para no parecer un bicho raro delante de su amor. Podía parecer que fuera masoquista pero es que no le gustaba dejarlos solos, porque pensaba que podían hacer otras cosas y la sangre le hervía por dentro de pensarlo. No sabía porque pero David le gustaba demasiado, siempre estaba presente en su mente y en sus sueños húmedos. Casi cada noche soñaba que David lo poseía y lo hacía suyo pero sabía que eso nunca pasaría ya que David era de Eric y él no se veía capaz de hacer nada al respeto. No creía que fuera suficiente bonito como para que David se fijara en él algún día.
Estaba pensando en esto en medio entrenamiento cuando una de las dagas con los que practicaban ese momento los dos luchadores se escapó de las manos de David y fue directamente hacia él. Edgard no se había percatado de esto por lo que continuaba pensando en su amor imposible con David cuando oye su voz gritando su nombre.
—¡Edgard, cuidado! ¡APÁRTATE! —gritaba David des del campo mientras corría hacia él con la cara descompuesta, por el miedo a hacerle daño.
Edgard levantó la cabeza pero no tuvo tiempo de esquivar la daga que se le venía encima en ese momento. Por suerte el impacto no fue con la punta sino con la empuñadura por lo que el golpe en la cabeza solo lo dejó sin sentidos y se desplomó en el suelo. David y Eric corrieron a su lado para ver como estaba. Luego David usando toda su fuerza lo cogió y se lo llevó cerca del rio que pasaba por allí. En él humedeció un poco sus manos y las posó sobre la frente del moreno, el cual gimió un poco por lo fría que estaba el agua, pero no abrió los ojos.
Edgard sabía que debía abrir los ojos pero no podía y a decir verdad tampoco quería. Al desmayarse su mente había creado el escenario perfecto para que su querido castaño se le declarara y lo hiciera suyo. En este punto Edgard se había dado cuenta que era aun sueño y que algo húmedo y frio resbalaba por su frente y mejillas por lo que debía de despertar, pero no quería dejar ese sueño tan maravilloso donde era amado por el chico que le gustaba y este no amaba a nadie más que a él, era demasiado bonito para dejarlo.
Por su parte David estaba viendo como el chico sonreía en sueños y parecía no querer despertar, cosa que no le gustaba para nada. Su mirada en un momento se quedó viendo los labios del moreno, le parecían tan apetecibles en ese momento, pero no sabía el porque ni tampoco si era correcto.
—“Total, está dormido. No tiene porque enterarse de esto”
Se acercó lentamente a los labios del dormido y los juntó, este al notar una presión en sus labios abrió los ojos y vio el pelo castaño de David, por lo que se sorprendió pero le respondió al beso moviendo sus labios. Los abrió un poco para que la lengua del castaño se metiera en su boca pero este en vez de esto se apartó de él. El menor se asustó. ¿Había hecho algo malo? Él no lo veía así pero quizás el mayor sí.
—Lo siento —dijo bajando la mirada.
—¿Eh? —Se sorprendió David, creía que era él quien debía disculparse y no el moreno— ¿pero porque te disculpas? Soy yo quien debo disculparme por dos motivos. Primero por darte un golpe con la daga, aunque fue sin querer, te lo juro.
—Te creo —dijo Edgard sonriendo al mayor.
—Y segundo te debo una disculpa por besarte sin tu permiso, pero es que no lo pude evitar mi cuerpo se movió solo… lo siento.
—Por mi puedes darme otro ¿si quieres? —Edgard al decir esto estaba más que rojo. Ni el mismo sabía como se había atrevido a decir esa frase. En verdad le parecía increíble pero era lo que realmente quería.
—¿Lo dices en serio? —preguntó David desconcertado. Edgard asintió— ¿Por qué?
—Porque… yo… te qui-quiero, en verdad no solo esto sino que yo… te amo —dijo entrecortado pero a la vez rápido por los nervios.
Esta declaración le había dejado sorprendido al pobre David que no se esperaba eso y aun menos en ese momento. Pero abandonó rápido la sorpresa que tenía en esos momentos y decidió volver a besar al chico que estaba sentado delante de él. Ese beso le había gustado y debía admitir que quería volver a hacerlo. Estaba casi seguro de que no se cansaría nunca de hacerlo y eso le sorprendía pues aun no sabía que sentía por ese chico, que despertaba en él un instinto de protección que no había sentido con nadie más.
Esta vez fue él el que pidió entrar en esa boca tan dulce y tierna que poseía el menor. A lo cual el otro abrió la boca casi al instante para que entrara la lengua del castaño y poder jugar con ella, como hacía tanto que quería hacer. No estaba para nada seguro de lo que sentía el mayor por él pero no por eso iba a desaprovechar la oportunidad de besarlo. Cuando se quedaron sin aire se separaron, de nuevo, pero quedaron muy juntos el uno del otro. El mayor volvió a besar a Edgar pero esta vez fue un beso corto y dulce.
—Creo que tú también me gustas —le dijo bastante seguro de sus palabras, lo que hizo sonreír al menor, quien se lanzó a los brazos del mayor quien lo abrazó.
—Entonces… ¿somos novios? —pregunto esperanzado mientras rodeaba el cuello con sus brazos y ponía su cabeza en el hombro del mayor.
—¿Si quieres?
—Claro que quiero, hace dos años que espero este momento —dijo el menor con los ojos brillantes de la emoción. Aunque luego lo pensó mejor— ¿Esto no será otro sueño mío, no?
El mayor se sonrojó un poco al saber que el moreno soñaba con él, pero negó con la cabeza. Y le besó de nuevo. Mientras movía sus manos por el cuerpo del menor. Las coló dentro de la poca ropa que llevaba, ya que hacía calor para ir muy tapado. Solo llevaba un pequeño pantalón de piel con unas tiras de cuero para poner las armas y un pequeño top, también de piel (imagínense la ropa que quieran o puedan, xd). David vestía igual, en verdad todos vestían igual –tanto hombres como mujeres, niños o ancianos– era la moda del momento.
Cuando la ropa ya estuvo fuera del alcance, es decir tirada por la hierba. David comenzó a besar el cuerpo de Edgard como le enseñó Eric una vez. Como maestro suyo Eric debía enseñarle de todo, incluso el arte del sexo así que aplicó lo aprendido, es decir, lo que le hicieron a él, a su ahora novio. Este parecía disfrutar ante el tacto del mayor así que este llegó hasta el miembro de Edgard y empezó a masturbarlo con su boca, el chico emitía pequeños gemidos cada vez más fuertes y seguidos hasta que estuvo a punto de correrse. Entonces David paró e hizo caso omiso a las quejas de Edgard. Ni corto ni perezoso, metió su pene de una estocada dentro del agujerito anal de Edgard sin siquiera prepararlo o lubricarlo. Edgard gritó fuertemente por el dolor. David empezó a moverse lentamente dentro del menor para ayudarle a pasar el dolor intentando encontrar su punto sensible. Al cabo de poco lo encontró y Edgard empezó a gemir de placer. Cuando el mayor estaba por terminar masturbó al pequeño con su mano para correrse juntos. Luego salió de su interior. Pero David no quería que esto acabara así, quería más de Edgard, necesitaba más de él así que esta vez lo cogió por la cintura y lo atrajo hacia él haciendo que quedara encima de su regazo con las piernas abiertas. Solo de notarlo así ya se estaba poniendo duro de nuevo así que empezó a darle caricias al menor por sus piernas mientras su boca besaba el cuello del niño y se dirigía a sus pezones donde empezó a lamer y succionar un poco hasta que estuvieron bien estimulados. Con esto el miembro de su acompañante se había puesto erecto de nuevo por lo que decidió que ya estaba preparado para la segunda sesión del día. Volvió a penetrarlo de nuevo pero esta vez empezó ya con fuertes estocadas, dando rápidamente en el punto sensible de su pareja. Al cabo de poco rato los dos se corrieron de nuevo y esta vez ya exhaustos de tanto esfuerzo se durmieron, casi al instante.
David estaba apoyando su espalda y cabeza en un árbol que había por allí, abrazando por la cintura al pequeño y con su miembro aun dentro de este, el cual estaba sentado encima de su regazo con una pierna en cada lado de la cintura del mayor abrazándolo por el cuello y con su cabeza en su hombro. Ambos tenían una sonrisa en su cara.

No muy lejos de allí estaba, mirando la escena, un chico rubio el cual estaba bastante molesto. Hasta ahora el castaño solo había estado con él pero ahora lo acababa de hacer con ese morenito que sabía que le gustaba des de antes que el mismo. No es que no estuviera feliz por el castaño solo que los celos invadían su mente y no le dejaban pensar con claridad. Solo una cosa le hacía sonreír y era que él había sido el primero y único en profanar su entrada. Una vez terminada la escenita, que a decir verdad también le había puesto caliente había dado media vuelta y había decidido irse a su tienda, pero una voz lo paró.
—Eric ¿Te pasa algo? —preguntó un chico peli-rojo que se acercaba corriendo a él, al ver la cara triste que tenía el rubio.
—No, estoy bien.
—Si tú lo dices ¿Te apetecería que hiciéramos algo juntos?
Eric pensó en su erección y sonrió, al menos tendría alguien con quien desahogarse.
—Claro. Ven a dar una vuelta conmigo.
Tomás, que era el chico que había hablado con Eric lo siguió sin rechistar. Le gustaba el rubio y quería pasar tiempo con él. Así que no tuvo ninguna inconveniencia en seguirle, con él hasta el fin del mundo. Cuando estuvieron un poco lejos del poblado y de la pareja Eric se paró y se abalanzó encima de Tomás, como si este fuera su presa. Tomás se sorprendió pero no se resistió, estaba dispuesto a todo por ese chico al que tanto amaba, incluso a dejarse follar.
—Ahh… ahhh… David —dijo cuando estaban a punto de llegar al orgasmo mientras penetraba más rápido y fuerte al peli-rojo.
Tomás dolido por las palabras de Eric no pudo llegar al orgasmo mientras, este se corría dentro de él. Después de esta escena de sexo con el chico le dio un beso y sin más se fue del lugar dejando a un peli-rojo destrozado emocionalmente y un poco físicamente. En cuanto se quedó solo se levantó un poco del suelo y se vistió antes de sentarse en el suelo y ponerse a llorar.
Entendía que quisiera follar con él solo para pasar el rato, era una cosa normal en la tribu, sobretodo entre los hombres. Pero le parecía injusto que lo hubiera hecho solo porque no tenía a David en ese momento. Él no había querido pasar el rato con él, quería desahogarse porque no podía hacerlo con David. Esto le había dolido en el alma, la cual quería venganza. Decidió vengarse de Eric follando con David. Sabía que eso les dolería a ambos y eso era lo que quería, que se sintieran como se sentía él. Dolido, enojado y con ganas de venganza. No le importaba lo que pudiera pasar después. Le daba igual si le querían matar o si le querían venganza… ahora solo le importaba empezar con su plan.
Fue en busca de David y le encontró follando con un niño de pelo moreno, el cual estaba a cuatro patas dándole la espalda a su seme.
—“Debe de ser Edgard” —pensó para sus adentros y sonrió— “Ahora seréis testigos de la venganza de Tomás.”
Vio como ambos terminaban y se tumbaban en la hierba con el mayor encima. Este sacó el miembro de dentro del moreno el cual soltó un quejido de dolor. Al intentar levantarse se dio cuenta de que no podía, el trasero le dolía demasiado y unas lágrimas traicioneras salieron de sus ojos. Como pudo se acercó al rió para lavarse un poco. Junto con algo gelatinoso que tenia dentro de él salió un líquido rojo. Era sangre. Ahora entendía porque le dolía tanto. No sabía cuando se la había hecho, pero si que era de hacía un rato ya que estaba un poco reseca.

Eric había llegado a su tienda y estaba pensando en lo ocurrido. Había sido distinto que con David. Había notado que Tomás se había entregado a él, pero era diferente, David lo hacia porque tocaba, pero Tomás lo había hecho con gusto. Le había gustado. En su corazón nacía un nuevo sentimiento por alguien a quien no creyó que pudiera querer. En ese momento se dio cuenta de que a él no le gustaba David, que lo veía como su hermano pequeño a quien debía proteger y que había confundido sin querer los sentimientos. Y con esto se dio cuento de que quien le gustaba era Tomás el cual seguramente estaría enojado con él por lo que acababa de pasar. Debía hablar con él para decirle lo que sentía y aclarar las cosas pero en ese momento estaba demasiado cansado para hablar con alguien así que decidió dormir y ya iría a hablar con él al día siguiente

Al día siguiente Edgard buscaba a su novio, ya que no lo había visto en todo el día y lo echaba de menos. A la hora de siempre había ido al campo de entrenamiento pero no había aparecido, solo se había encontrado con Eric, así que había decidido buscarlo por todos lugares y tiendas del poblado. Entró en la casa de Tomás y allí vio a su “novio” con las manos atadas en la cama de este, mientras era follado por el peli-rojo. Unas lágrimas se acercaron de nuevo a sus ojos. Estaba llorando de nuevo pero esta vez dolía más que cuando le sangraba el trasero y eso era mucho. Dio un pequeño grito y salió corriendo justo cuando los ojos de David vieron sus ojos llenos de lágrimas. Se sintió mal por ver llorar a Edgard pero no podía hacer nada. Tomás era más fuerte y mayor que él a parte de que estaba atado y no podía librarse ni aunque quisiera. Quería llorar pero su orgullo no se lo permitió.
—Para —dijo con un tono de voz un poco débil.
En esos momentos la tienda se abrió de nuevo y un Eric muy enfadado se abalanzó encima de los dos y lo separó. Justo en el momento en que venía a hablar con Tomás de lo que había pasado había visto salir a Edgard llorando de la tienda de este y al entrar había visto que estaba “violando” a David.
—¿Estás bien? —le preguntó a David, el cual negó con la cabeza—. Ahora te desato.
Desató al pobre pequeño y este se vistió y salió corriendo de la tienda en busca de su novio para contarle lo sucedido. De mientras Eric se quedó viendo a Tomás muy enfadado. No podía creer que estuviera follando con David y no con él, era suyo.
—¿Qué coño hacías con David?
—¿Tu que crees?
—Nada o al menos esto es lo que harás a partir de ahora. Tú eres mío y como tal no puedes hacer nada con nadie más.
—¿Cómo? ¿Qué soy tuyo? ¿Y eso porque? —replicó el peli-rojo muy enfadado por las palabras del otro pero también sorprendido.
—Porque me he dado cuenta de que me gustas y a partir de este momento eres mi pareja ¿Queda claro?
El peli-rojo estaba con los ojos abiertos eso no se lo esperaba. El rubio acababa de decirle que le quería… por raro que fuera.
—Entonces esto quiere decir que… ¿tú tampoco follarás con nadie más?
—Obvio, ¿no crees?
El peli-rojo se tiró a los brazos del rubio y le besó.

Mientras al mismo lugar donde David y él habían estado follando estaba el moreno sentado en el suelo mirando el agua del rio. Estaba tan dolido que quería tirarse allí para no salir a flote nunca más. Se levantó dispuesto a tirarse cuando unos brazos fuertes le envolvieron la cintura.
—¿Qué crees que ibas a haces, idiota? —le gritó alguien entre sollozos.
—¿A ti que más te da? Total ya follaste conmigo que era lo único para lo que me querías. ¿Cómo has podido hacerme esto? Con lo que yo te amo… me entregué a ti, tres veces a pesar de que me dolía el trasero por culpa de que me hiciste sangrar en la primera vez y ni siquiera me quejé y tú al día siguiente ya estás follando con otro.
—Para el carro… ¿te hice sangrar? —Preguntó preocupado, el moreno asintió— ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque quería que disfrutaras y me hicieras tuyo después de tanto tiempo esperando.
—Eres idiota. ¿Y si por culpa de eso te hubiera pasado algo grave? —le echo en cara el castaño.
—¿A quien le importa? —preguntó desafiante el menor.
—A mi —respondió David después de haberle dado una bofetada— Edgard yo te quiero y me importa lo que te pase.
—¿Entonces porque estabas ahora con Tomás?
—Porque él me cogió, me metió en su casa y me ató a su cama antes de taparme la boca para que no gritara. Te juro que no fue porque quisiera —dijo llorando de nuevo.
Edgard le creyó, sabia que David nunca mentía y le sabía mal haber desconfiado de él así que bajando la cabeza le susurró un “lo siento” antes de abrazarlo por el cuello y darle un tierno beso en sus labios.
—Te amo —dijeron los dos a la vez.

FIN
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